En una de las zonas más nobles de Lisboa, un edificio de oficinas presentaba una recepción demasiado vacía, cuyo único punto de luz natural era el techo de vidrio.
La instalación de una Wonder Wall permitió un resultado inmediato y estable al largo del año, sin necesidad de mantenimiento permanente. El espacio se hizo más acogedor y atractivo, agregándose una nota de naturaleza al vidrio y cemento.